La tormenta que azota el país ha dejado un saldo devastador en la educación. Las intensas lluvias y inundaciones han generado un desafío sin precedentes para la Secretaría de Educación Pública (SEP), que informó ayer que más de 743 mil estudiantes, es decir, la mitad del total de estudiantes del país, no podrán acudir a clases debido a la suspensión temporal de actividades en alrededor de 12 mil planteles educativos.

La situación es particularmente crítica en los estados de Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí, donde más del 80% de las instituciones educativas han suspendido sus actividades. En total, se trata de 6 mil 599 escuelas en Veracruz, 3 mil 650 en Hidalgo, 2 mil 318 en Puebla, ocho en Querétaro y dos en San Luis Potosí.

La SEP ha confirmado que 821 instituciones educativas reportaron daños físicos en su infraestructura, lo que hace difícil imaginar cómo podrán funcionar de inmediato. En Veracruz, por ejemplo, la situación es especialmente grave, con 303 escuelas afectadas; en Hidalgo, son 209; en Puebla, 176; en Querétaro, 71 y en San Luis Potosí, dos.

La noticia no solo es preocupante para los padres y madres de familia que buscan una educación de calidad para sus hijos y hijas, sino también para la propia SEP, que debe encontrar formas innovadoras de garantizar el acceso a la educación en momentos como este. El titular de la institución, Mario Delgado, ha reconocido el desafío y ha asegurado que se están trabajando planes para minimizar los efectos negativos en la educación.

La respuesta del gobierno federal es fundamental en este momento. Los políticos deben trabajar juntos para encontrar soluciones creativas que permitan a los niños y jóvenes seguir aprendiendo, incluso en medio de la adversidad. La educación es un derecho humano fundamental y no puede dejar de ser priorizada en momentos como estos.

Mientras tanto, la comunidad educativa se muestra solidaria con las instituciones afectadas. Docentes, administradores y estudiantes están trabajando juntos para encontrar formas innovadoras de seguir adelante, pese a las dificultades. Es hora de que la sociedad civil se unifique detrás de esta causa y apoye a los que más lo necesitan.

La tormenta ha dejado claro que la educación es más importante que nunca. No podemos permitir que la naturaleza nos robe el derecho a aprender y crecer. Debemos trabajar juntos para superar este desafío y asegurar que los niños y jóvenes sigan recibiendo la educación de calidad que merecen.