A un mes aproximadamente desde que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue sacudida por el asesinato de un estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades Sur, esta institución vivió una jornada sin incidentes violentos ni desalojos derivados de amenazas de bomba o otras situaciones similares. Sin embargo, en la Facultad de Medicina, la dirección informó que un grupo de alrededor de 30 personas, encapuchadas y armadas con violencia, intentaron tomar las instalaciones sin mostrar interés en iniciar un diálogo constructivo.

Según los testimonios recopilados, la mayoría del grupo no parecía tener una conexión significativa con la comunidad académica ni estudiantil de la Facultad de Medicina. Lo que preocupó a muchos es que esta situación se desarrollara sin previo aviso y sin mostrar señales claras de quiénes eran o qué motivaba su acción.

Aunque no hay información oficial sobre el paradero del grupo después de su intento fallido, se reporta que parte de ellos salió de la Facultad de Medicina y se dirigió a otros lugares de la universidad. La reacción de la administración fue rápida y firme, ya que se trató de garantizar la seguridad de todos los estudiantes, profesores y personal que trabajan en la institución.

En esta situación, es importante recordar que la UNAM siempre ha sido un espacio abierto a la discusión y el debate, donde las ideas pueden florecer y los ciudadanos pueden desarrollar sus habilidades y conocimientos. Sin embargo, también es cierto que la violencia y la agresión no tienen lugar en este tipo de espacios, ya que pueden generar temor y desconfianza entre los miembros de la comunidad.

La facultad de Medicina, que ha sido objeto de este intento de toma, ha demostrado ser un lugar de aprendizaje y crecimiento para muchos estudiantes y profesores a lo largo de los años. Es importante que la institución siga siendo un espacio seguro y respetuoso para todos, donde se puedan desarrollar las habilidades y conocimientos necesarios para mejorar la sociedad.

En este sentido, es fundamental que la administración de la UNAM y la comunidad académica trabajen juntos para crear un ambiente en el que los estudiantes y profesores puedan sentirse seguros y respetados. Es importante también que se aborden las causas profundas que motivaron esta acción violenta y se promueva un diálogo constructivo entre todos los miembros de la comunidad.

En última instancia, la UNAM debe ser un espacio donde se puedan desarrollar las ideas y las creencias sin temor a la violencia o la agresión. Es importante que se proteja la libertad de expresión y el derecho a la educación para todos los miembros de la comunidad, y que se promueva un ambiente en el que se pueda aprender y crecer de manera segura y respetuosa.